Tras dos noches como “campamento base”, abandono Burela para
dirigirme hacía Viveiro. Parada en el supermercado para hacer acopio de
víveres, y subida al Mirador de San Roque. Espectaculares vistas del entorno,
acompañado (otro día más) por el excelente tipo, casi impensable para la época
del año en la que estamos.
Dejo el Mirador y me dirijo a la zona de Chavín, y más concretamente al entorno del “Souto da Retorta”. Amigo de ir siempre a mi bola, “paso” en primera instancia de hacer el recorrido marcado, y me dedico a caminar en paralelo junto a la canalización que fluye cerca del Rio Landro. No se ni como no acabé cayéndome al agua en alguno de los escarpados, estrechos y resbaladizos tramos. Pero mereció la pena.
Parada junto al eucalipto conocido como “O Avo” para dar cuenta de un bocata de jamón ibérico, y seguimos con el periplo, rumbo al faro de Estaca de Bares.
La llegada a través
de la estrecha carretera, mirando sobre todo hacia el oeste, ofrece uno de los espectáculos
más increíbles en los que me he topado durante este viaje. En mi caso, además
de disfrutar del entorno del propio faro y del cabo, me di un paseo por las
antiguas instalaciones LORAN que los americanos abandonaron hace muchos años.
¿Qué es el LORAN? Una frikada anterior a los actuales GPS con interés para este
“freak” que les escribe:
https://es.wikipedia.org/wiki/LORAN
Siguiendo el recorrido paralelo a la costa, parada en “El mejor
banco del mundo”.
Y como padre de familia, en lo primero que pienso es en el miedo
de estar aquí con críos pequeños. Acojonante e impresionante a partes iguales.
Parada (para café) y vista (de paseo) a Cariño. Precioso
pueblo.
Viaje hasta el mirador de Herbeira, a través de una
carretera alucinante. Una vez en el mirador, entorno ventoso y con muchas
nubes.
Y como no, visita a San Andres de Teixido, como homenaje a mi adorado José Luis Cuerda. Mejor ir de vivo, que no de muerto.
Y para acabar el más que completo día, llegada a El Ferrol
para cena y pernocta.