La jornada de hoy comienza con la obligada visita a la Playa
de las Catedrales, aprovechando además la hora de bajamar. Dado que además el
día era inmejorable en cuanto a sol y temperatura, si había cierta afluencia de
turistas (¿Qué soy yo también, al fin y al cabo?). Personalmente esperaba un
sitio algo más salvaje, pero dado el punto de interés turístico que es, ello
justifica los caminos y accesos perfectamente delimitados, así como los puntos
de información, puestos de “quincalla” turística, etc.
Dejamos la playa y partimos rumbo a Ribadeo. Aparco el coche en el centro y me dirijo a hacer una ruta de miradores aprovechando la salida de la ría en dirección al faro ubicado en la Isla Pancha. Por cierto, que en el propio entorno del faro hay alojamiento turístico consistente al parecer en un par de apartamentos que no creo sean precisamente económicos:
Tras una comida a base de bocata y con sesteo posterior
incluido, tirado a la bartola junto a la isla, vuelvo al casco urbano de Ribadeo
para coger el coche y subirme hasta el Mirador de Santa Cruz. Vistas fantásticas
del entorno.
Siguiendo mi caótica y desordenada ruta, y tras chuparme
unos cuantos kilómetros en coche, doy con mis huesos en Lourenzá, con una al
parecer afamada iglesia, pero que, casualidades de la vida, pillo cerrada a cal
y canto, así que compenso con un café en compañía de los paisanos de la zona.
Y continuamos la jornada de hoy para aprovechar la tarde en
la zona de la fábrica de Sargadelos, con un más que llevadero y fácil recorrido
en el conocido como “Paseo de los enamorados”, junto a un canal con una presa
de agua.
https://es.wikipedia.org/wiki/Real_F%C3%A1brica_de_Sargadelos
Con el final del día, vuelta a Burela. Cena en el
restaurante del hotel (bastante correcto), chupito y a dormir.