miércoles, 4 de febrero de 2009

¿Sabemos perder?

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Hace ya un par de semanas acabé la última novela de David Trueba: “Saber perder”. En ella he encontrado la misma frescura y cercanía que en una de sus anteriores entregas, “Cuatro Amigos”. La cercanía no la siento hacia algunos de los personajes de ambas obras (¿o puede que sí?), sino mas bien al propio autor y a su visión novelada. Es cierto que ambos andamos llevando casi el mismo tiempo sobre la faz de la tierra. Es cierto también que ambos admiramos a la misma mujer (aunque al final respecto a este asunto él haya ganado la partida). También es cierto que ambos (creo) compartimos la ¿afición? por el mismo equipo de ¿fútbol?… En cualquier caso se trata de hacer una valoración subjetiva ya no de la novela en sí, sino de las sensaciones que me ha producido. Tranquilos no obstante, potenciales lectores de la misma, porque no voy a destripar nada de su contenido.

En primer lugar destacaría el ambiente agobiante, asfixiante, ambiente de “camino sin retorno” que me provocan dos de los personajes de la novela a lo largo de la misma. Quizá porque se trate de los personajes mas mayores, y quien sabe, quizá porque uno se pueda ver hipotéticamente proyectado en ellos en tiempos venideros.

En segundo lugar destacaría una idea directamente relacionada con mi primera impresión, pero aplicable a todos los personajes de la novela: la actitud ante las situaciones cambiantes que nos proporciona el día a día. Ninguno podemos saber en que follón vital nos vamos a ver embarcados de un día para otro. Personalmente apuesto por la “firme defensa del
feroz contraataque” a, ya no los “palos” de la vida, sino las situaciones cambiantes o los nuevos “escenarios”. Contraataque en el sentido de saber enderezar adecuadamente el timón del día a día para no caer en la desesperación de una errónea ¿predestinación? (aka “la vida es asín”). No es fácil. Al contrario, es difícil, muy difícil en muchos casos. Sin embargo no es excusa para bajar la testuz y asumir el descabello.

Por último quiero expresar un sensación que me ha producido ya no solo esta novela, sino las otras que últimamente han caído o están cayendo: El respeto hacia las personas de nuestro entorno mas próximo, tan fácil de decir y tan difícil de conseguir. En mayor o menor medida criticamos las actitudes y la forma de vida de amigos, conocidos, compañeros y otros tantos. No niego que cada uno, a nivel personal e individual, nos formemos una opinión de la gente de nuestro entorno, y que nos parezca mejor o peor las cosas que hacen o dicen. Pero resulta muy fácil criticar
y/u opinar de forma despreocupada, sin ser conscientes del porqué de dichas actitudes que criticamos, y del potencial daño o desprecio que podemos causar por expresar nuestros “dogmas de fe” (y que muchas veces se vuelve en nuestra contra).

“Cada quien, sabe lo que carga su costal”

Aunque ya estemos en Febrero, sugiero como propósito de año nuevo esta filosofía ante el día a día.