martes, 14 de diciembre de 2010

Purple Weekend 2010 - Mi crónica (2/2)

Amanece en la habitación del hotel. Lo de amanece no es del todo cierto, ya que son ¡¡ las 12 de la mañana !! Somos unos perfectos ceporros y nos hemos pegado una sobada de 10 horas... con ese descanso no es extraño que salgamos a la calle con unas energias más que renovadas. Entre el café y la primera caña de cerveza no transcurren más que 15 escasos minutos. Patético... ¿o puede que no?. El Humedo hace honor a su nombre, y por ello "disfrutamos" de una copiosa lluvia que hace de los más resbaladizas las calles. Un riesgo para ir con botines.

Buscamos calor y sequedad en varios bares, y tras comprobar con pena que nuestro habitual Restaurante San Martin estaba cerrado por reforma, encontramos el descubrimiento de este viaje: un viejo, viejísmo bar, en la Calle de las Carnicerias. Todo es viejo en él: la clientela, los dueños, la salamandra y la catalítica que tienen para dar calor, los posters y cuadros de la pared, las paredes, la iluminación,... todo en definitiva.

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Tan encantadoramente vetusto resultó que preferimos no hacer foto alguna (por pudor) y de cambiar la ingesta de cerveza por el español "chato de vino", y así mostrar cierta empatía con el lugar. La tapa, a elegir, consistía en un montado de jamón o en una taza de caldo. Optamos por la taza de caldo. Impagable y riquísimo. Afuera, sigue lloviendo. Vamos a pagar:

- ¿Cuanto es?
- Uno con sesenta los dos chatos.
(¡Joder! ¡estos son precios populares!).

Afuera, sigue lloviendo. Nos pediemos otros dos chatos y otras dos tazas de caldo. Con esta segunda consumición atacamos sin misericordia a nuestros respectivos dispositivos móviles en busca de un lugar recomendable para la pitanza. Que pena debemos de dar con el Iphone y el Nokia en un entorno tan clásico como este bar. Encontramos un par de posibles objetivos y nos dirigimos a uno de ellos, aprovechando que ha dejado de llover. Casualmente nuestro primer objetivo está muy próximo a la antigua sala Tropicana, alma por excelencia del Purple en tiempos pasados. Ahora es este "Maxi Dia"... deprimente...
Nos encontramos con nuestro primer objetivo cerrado a cal y canto, así que tiramos de las otras referencias encontradas. Llámamos por teléfono, reservamos mesa, y para allá que vamos, con alguna que otra parada técnica en base al cañeo inherente a la hora (se empieza a mascar la tragedia).

Llegamos al lugar elegido, un restaurante bastante impersonal y con no demasiado encanto (esperaba algo más clásico). Dado que en el día anterior cayó un cuarto de cordero, la alternativa de hoy era evidente: Cochinillo.
Acompañado en este caso por un caldo (que, ni de lejos llegaba al nivel del que tenia la del bar de El Humedo), por una ración de mollejas (estas si, suculentas) y por una botella de Yllera (que no es gran cosa, lo se), le daremos un seis sobre diez al guarín . Postres, cafés y licores. Si, hoy si hay licores, pues no hay coche. 

De nuevo en la calle, con la panza llena y la cabeza un tanto nebulosa, decidmos que esta año si, este año vamos al mítico Mongogo, ya que por diversas circunstancias nunca llegué a visitarlo en años anteriores. Impresionante invento el GPS para turistas despistados y medio borrachos como nosotros. Tras un par de vueltas llegamos al local. Ambiente malasañero y buena música. La gente está terminando de comer, por lo que no está muy lleno.



Nos acodamos en la barra y pedimos sendos gin-tonics. ¡Sorpresa! ¿quien está comiendo en una de las mesas? ¡Los infaustos músicos de acompañamiento de Booker T.! Bueno, tampoco es cuestión de echarles la bronca, aunque ganas no faltan. Charla con el encargado de la barra. Amena conversación. Referencias al Funtastic, Otro Gin Tonic. Buena música. Chupitos. Y afuera anochece..................

........... Salimos a la calle. La oscuridad se ciñe sobre el cielo y sobre nuestras mentes. Conseguimos llegar hasta el hotel, donde decidimos darnos un poco de descanso. Poco, la verdad. Cambio de ropa y camino al infame polideportivo.

Hoy el aforo es mayor que el día anterior. Llegamos con los ingleses Dusthaponics ya empezados. Las referencias que tenián eran buenas. Respondieron a dichas referencias. Muy correctos y un puntazo lo de las dos coloridas vocalistas. ¿Y Secret Affair? Personalmente no han sido nunca una de mis bandas favoritas dela escena revival, y tenia serias dudas sobre lo que serían capaces de hacer. Me equivoque. Un concierto muy digno. El problema es que a esa ahora ya me movia "arriba y abajo" por todo el pabellón, buscando un sitio imposible con mejor perspectiva y sonoridad, y con el consiguiente cabreo de mi orco acompañante, el cual hasta optaba por mandarme SMSs (dada la imposibilidad de oir un movil allí adentro).

Para colmo, en una de las salidas para aliviar la vejiga, y a pesar de las advertencias, no pude evitar un resbalón en aquel lodazal, con lo que mis pintones Sta Press blancos quedaron hechos un asco.

La noche se cerró con Teenage Fanclub. Son varias las veces que los he visto. Grandes, muy grandes, pero no se puede decir que sean unos animadores natos. No me causa la misma emoción que otras veces (recuerdo un mágico "Sparky's Dream" en el Azkena, hace ya unos cuantos años), pero si cayeron algunas lagrimas con las primeras canciones (la música pop y el alcohol combinados en mi cuerpo favorecen esta reacción). Según avanzaba el bolo, mi interés por el mismo fue decreciendo. Me temo que con la edad estoy cogiendole gusto a sonidos más salvajes, aunque estos escoceses siempre estarán en un lugar privilegiado dentro de mi particular Billboard.

Con la finalización de los conciertos, nos dimos cuenta que no estabamos en condiciones físicas ni mentales para enfrentarnos al Allnighter. Así que por segunda noche consecutiva (pero por motivos muy distintos), decidimos regresar al hotel. Eso si, hoy en taxi...